Un año más. Fue domingo, y un día muy especial para todos los padres. Son aquellas personitas que le atribuyen el titulo de padres, los hijos, que conforman un sentimiento dentro de ellos y junto a sus seres querido. Y se dijo de muchos modos: feliz día papa, feliz día papito, feliz día señor. Se cocino algo muy especial par ellos, se le envolvió regalos, se les entrego los regalos, se les dio un beso en la mejilla se les abrazo. Otros con un vaso en mano, con sus aguas, en compañía se alegraban de verse. A todo modo se expreso esa unión que puede hacer feliz a un hombre.
Un día anterior había llegado cansado a mi casa, eran las once de la noche. Prendí la radio y busque algo de comer, aunque no encontré nada no quería dormir. Cuando de pronto recordé algunas palabras de Arturo, mi padre, que por alguna razón habíamos conversado una semana antes. Mi padre es un tipo corpulento, alto, romántico y soñador; su parte mas oscura solo la sabemos, mi madre, el y yo. Sus palabras lograron que ese sábado pudiera escribir sobre el papel, pensamientos del amor, aquellos que me libran de mi soledad, que nunca fue llenada por cariño.
Es ahora, y lo fue, cuando mi padre me hace mucha falta, que podría hacerme sonreír, que cambiaria mi tristeza. Siempre tengo la esperanza en algo, sino entraría en un a gran soledad, el retorno del cariño de mi padre lo espero, ahora estoy pensando sentado, en un recuerdo que espero que despierte para que se acoge en mi; así es mi padre el símbolo que marco mi vida. Su ausencia me ha hecho cambiar madurar, ser un hombre; me quiso, me enseño, me amo, ahora me toca vivir a mi, nunca le guardare rencor, no lo veré con indiferencia, mi pena la llevare en el rostro, pero eso si, en el fondo de mi corazón siempre te querré papa, siempre… Aunque estes muy lejos de mi te quiero papa.
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