martes, 27 de octubre de 2009

Aventura III

Fue la represalia de mi bondad que me hizo apartarme de esa mujer, para dejar un rastro de mi inquietud, logre estacionarme en un paradero, a la espera de un taxi, que pensándolo bien iría tras de ella y le preguntaría por su situación. Aunque no me importante si me ignorara seguiría yo ahí insistiendo, era tímido y quizás en horas mas tempranas no lo hubiese hecho. De pronto se atravesó una camioneta de seguridad local, advirtiendo la alerta de alguna emergencia. Los parroquianos corrían de un lado a otro, las mujeres con tacones corrían hacia los pasajes aledaños a la avenida. El semáforo permanecia en ámbar las luces de un poste casi apagado, alumbraba la esquina entrecortada por una grieta que se alzaba desde la pista.

Algunos niños con bolsas en las manos caminaban sin rumbo hacia el centro. De pronto un hombre caminaba algo torcido y duro con lentes negros una chaqueta negra, era cuero, un jean clásico muy azul, su cabello recogido hacia atrás demostraba la seriedad. Creo que había lanzado coca y estaba tan duro que solo le quedaba caminar para sostener su cuerpo, que alucinado no lograba amortiguarse en una cama. Quizás habría caminado cuadras, y me pregunto donde habrá terminado ese hombre. .

Por fin un taxi. Se aguantó contra la berma de la esquina, se estaciono apagando el motor, al ver mi aspecto tranquilo y mesurado.Entonces le dije - Señor quisiera buscar a mi mujer que ha salido y se ha perdido por estas calles, me preocupa demasiado -, ya lo tenia pensado, desde que vi a los niños caminar hacia el centro. - Vamos joven, esta ciudad es un poco peligrosa de noche, no se preocupe luego hablamos del dinero - me interrumpió antes de mencionarle el servicio.

Dimos un par de vueltas en por Lampa y Nicolás de Pierola, pero no había rastro de ella,quizás paro un taxi o llego a su destino. El cielo se aclaraba entre las calles, vi mi reloj y eran las cinco de la mañana.

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