Me encuentro solo en este basto silencio interior, la soledad. No puedo hablar, pero como quisiera hacerlo, como quisiera hablar, y no callarme más.
Me siento entre dos yo, el que piensa en silencio, quien reflexiona, se calla por un momento, quien piensa cuando el viento sopla o en el andar de las personas, el que siente el amor con los rayos del sol, quien recuerda a la familia con el olor a la cocina los domingos, y sobre todo quien cuestiona al otro yo. El que habla, el que se levanta por las mañanas para hacer lo de siempre, saluda a las personas, el que mira horas de horas la televisión, se sienta comer todas las tardes, el que esta acostumbrado a las noches de juerga, pero sobre todo al que no quiere estar solo, y se siente cuestionado por aquél que no lo deja tranquilo.
Me siento entre dos yo, el que piensa en silencio, quien reflexiona, se calla por un momento, quien piensa cuando el viento sopla o en el andar de las personas, el que siente el amor con los rayos del sol, quien recuerda a la familia con el olor a la cocina los domingos, y sobre todo quien cuestiona al otro yo. El que habla, el que se levanta por las mañanas para hacer lo de siempre, saluda a las personas, el que mira horas de horas la televisión, se sienta comer todas las tardes, el que esta acostumbrado a las noches de juerga, pero sobre todo al que no quiere estar solo, y se siente cuestionado por aquél que no lo deja tranquilo.
Vivo en este conflicto, aun en mi basto silencio, y ni uno satisface en mi la complejidad que me puede definir.
Pero algo me resulta bueno dentro de todo esto, que así se puede encontrar el equilibrio.
Pero algo me resulta bueno dentro de todo esto, que así se puede encontrar el equilibrio.
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